martes, 26 de marzo de 2013



MIÉRCOLES SANTO DÍA DE PROCESIÓN DEL NAZARENO DE SAN PABLO.



Desde tiempos de la colonia el pueblo venezolano  le hace promesas a la venerada imagen del  Nazareno de San Pablo, en la Basílica de Santa  Teresa, a cambio de sus favores, de sus  milagros, su misericordia, su perdón... y desde  muy temprano le paga acompañándolo para partir  en procesión cada miércoles santo.
Una vez iniciada la Semana Santa, el Nazareno  de San Pablo saldrá hoy en procesión. Los fieles  ya han arreglado la sagrada imagen con  centenares de orquídeas donadas por la  feligresía. La procesión se iniciará después de  las 7 de la noche y, una vez que haya salido de  Santa Teresa partirá por las avenidas Lecuna y  Baralt hasta la esquina de San Pablo, para  retornar de nuevo a la Basílica.  Y como todos los años, cada Miércoles Santo, los  fieles se dirigirán a la Basílica de Santa  Teresa para venerar al Nazareno de San Pablo,  muchos de ellos vestidos de morado. Son los  penitentes pagando sus promesas. Este es uno de  los actos de fe más multitudinarios que se  realizan en Venezuela.
Esta tradición comenzó con una terrible epidemia  de viruela que ocasionó un gran número de  muertos. Los pobladores de la ciudad rogaban a  San Pablo El Ermitaño que intercediera por ellos  y como agradecimiento al Santo por haber  escuchado sus oraciones, el Concejo Municipal  ordenó la construcción de una capilla en su  honor donde celebrar su fiesta el 15 de enero de  1580.
Lamentablemente esta capilla quedó destruida  durante el terremoto de 1641 y hubo que ser  reconstruida. Esta nueva capilla fue  reinaugurada en 1666 y estaba realizada de una  sola nave con su campanario. El altar mayor fue  consagrado al Santísimo Sacramento y luego se  dedicaron altares a San Pablo El Ermitaño, a  Nuestra Señora de Copacabana, Nuestra Señora de  la Caridad, Nuestra Señora del Carmen, La  Santísima Trinidad, Las Benditas Animas del  Purgatorio, Nuestro Señor Crucificado y Jesús  Nazareno .
Entre los años 1870 y 1880, el General Antonio  Guzmán Blanco, dentro de los trabajos de  remodelación que realizó a la ciudad, mandó a  destruir la capilla y en su terreno se construyó  el Teatro Nacional. La esposa del General, Ana  Teresa de Guzmán Blanco sufrió mucho la pérdida  de la capilla, hecho que le causó una gran  tristeza por lo que el General Guzmán ordenó  construir una basílica, la cual lleva el nombre  de su esposa: Santa Ana y Santa Teresa, la cual  fue inaugurada en 1876. Sin embargo no fue hasta  el 27 de abril de 1880 cuando realmente fue  inaugurada, cuando se trasladó la imagen del  Nazareno. 
Esta es una imagen de Jesús con la cruz a  cuestas. Se trata de una talla de madera, cuyo  origen no está claro, aún cuando hay la certeza  de que no es americana, pues las tallas  americanas eran realizadas en cedro amargo y  esta espectacular talla está realizada en pino,  quizá pino de Flandes. Se le atribuye ser  sevillana, del siglo XVII, probablemente de  Felipe Ribas. Fue consagrada por Fray González  de Acuña. Todas las imágenes y los objetos de  culto que pertenecían a la Capilla de San Pablo  fueron llevados a la Basílica de Santa Teresa. Desde entonces el pueblo le hace promesas al  Nazareno de San Pablo a cambio de sus favores,  de sus milagros, su misericordia, su perdón... y  le paga acompañándolo en una procesión que dura  de 3 a 4 horas, cada miércoles Santos, a partir  de las 7 de la noche. Es un evento para no  olvidar: la belleza de la imagen, la fe de los  asistentes, los penitentes, la Basílica. Y, si  es católico, recuerde solicitar sus tres gracias  espirituales al Señor cada vez que conozca una  nueva iglesia. 
Al menos cinco mil orquídeas adornaran esta  Semana Santa al Nazareno de San Pablo, una  tradición que data desde hace más de 300 años.  Los pasos iniciales son sacar al Nazareno de la  caja de cristal desde donde el resto del año  reposa y atiende peticiones. Paralelamente los  devotos de la Sociedad del Nazareno de San Pablo  seleccionan y acondicionan las miles de  orquídeas que adornan a Dios hijo. Las hay  blancas, amarillas, anaranjadas y la emblemática  morada en sus diversas tonalidades.  Cada una va colocada en un pequeño recipiente en  forma cilíndrica que contiene agua y que se  prolonga de manera puntiaguda en uno de sus  extremos, usado para sujetar las flores tanto a un arco que le sirve de respaldo al Nazareno, como a otros adornos que engalanan la talla.

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